La diversión de los jóvenes

Publicado en Vanguardia Educativa (Monterrey, México), nº 5, 2011, pp. 24-25

Reproducido en facebook
María Rosa Espot y Jaime Nubiola1
La diversión de los jóvenes es una cuestión que preocupa a muchos padres, a los educadores y a la sociedad en general. Para muchos ciudadanos la diversión de los jóvenes es un problema educativo importante y delicado, todavía sin resolver, y que apenas ha sido planteado en los distintos niveles educativos.

Divertirse, en particular los fines de semana, es algo imprescindible para la gran mayoría de los jóvenes de hoy. Su gran afán por conseguirlo les lleva a una preparación pormenorizada de cada fin de semana, lo que en muchos casos les ocupa buena parte de su tiempo semanal. A su vez, a muchos padres no les gustan ─ni comprenden─ las actividades de ocio que sus hijos realizan. Algunos de ellos quejosos y preocupados no saben qué hacer, no son capaces de ofrecer a sus hijos alternativas positivas y atractivas al ocio de moda, que les disgusta y que arrastra casi irremediablemente a sus hijos. El concepto de diversión de estos padres difiere radicalmente del que tienen sus hijos. Son padres que se sienten desorientados, incluso a algunos la situación —dicen— les llega a superar por completo.

Se hace urgente convertir el ocio y el tiempo libre de los jóvenes en un reto, una meta educativa ─más que una disciplina curricular─ que ocupe con ilusión y efectividad a los padres y a todos los docentes. Es preciso persuadirles de la necesidad de una educación, personal y colectiva, que permita a los jóvenes de hoy disfrutar de un tiempo de ocio con dignidad y con un pleno ejercicio de su libertad, es decir, una educación para el ocio que mejore al ser humano como tal.

Qué significa divertirse

Probablemente para cada uno de nosotros la palabra divertirse tiene un significado muy particular. Etimológicamente divertirse es separarse. Separarse en el sentido de escaparse, huir de lo habitual, de lo cotidiano, de lo de todos los días, de la rutina. Divertirse es algo que a todos ─jóvenes y no tan jóvenes─ nos atrae y deseamos en muchos momentos y circunstancias de nuestra vida en los que queremos apartarnos de la monotonía, de los trabajos y las preocupaciones de cada día.

Con la finalidad de divertirse se toman decisiones, se acude a determinados lugares, se va de compras, se ingiere alcohol de forma abusiva y se consumen drogas, incluso se viste y se habla de maneras concretas. Ni que decir tiene que la influencia de los medios de comunicación en el modo de divertirse de nuestros jóvenes es muy grande. A los jóvenes, en general, se les ha hecho creer que una fiesta sin alcohol y drogas no es una fiesta. Lamentablemente se les ha convencido casi por completo de que una noche sin estas sustancias no es divertida y no vale la pena.

Qué les divierte a los jóvenes

Salir con los amigos, alternar en bares y discotecas, escuchar música, salir de compras e ir al cine son las actividades más practicadas por los jóvenes en su tiempo de ocio. De hecho, éstas son las actividades que los jóvenes ─chicos y chicas─ identifican más con divertirse. De todos modos, lo que más les atrae no es la actividad en sí misma, sino el ambiente y la compañía. Los fines de semana, concretamente sus noches, son los escenarios que proporcionan más diversión a los jóvenes. La noche les seduce irremediablemente. Trasnochar es sinónimo de diversión, de libertad, de espacio sin adultos, sin horarios y sin censura, ideal para desinhibirse, incluso para dar rienda suelta al desenfreno. Por eso la noche les atrae tanto, les cautiva. La noche es su tiempo y los lugares que frecuentan ─calles, bares, discotecas─ es su espacio.

Diversos estudios sociológicos muestran que para la mayoría de los jóvenes la familia es una de las cuestiones más valoradas. Identifican el hogar con un lugar de acogida afectiva, de apoyo y de confort. Sin embargo, hay que decir que a la hora de vivir el ocio los jóvenes prefieren vivirlo independientemente de la familia. Rotundamente la juventud actual quiere divertirse con sus amigos y fuera de casa, es decir, sin la familia y sin adultos. Salir o estar con los amigos es la actividad ─relacionada con la vida social─ común a todos los jóvenes de hoy. Es su actividad preferida. La que más les gusta. De hecho, ocupa el primer lugar en todas las encuestas de las últimas décadas.

Qué puede hacerse

El ocio preferido por los jóvenes de hoy es indiscutiblemente el ocio nocturno y con los amigos. De ordinario el ocio se asocia al placer, el descanso y la relajación, sin embargo no ocurre así con el ocio juvenil nocturno de los fines de semana. Este tipo de ocio, de un modo generalizado, se asocia a la ingesta abusiva de alcohol, el consumo de otras drogas catalogadas de ilegales y a la violencia. Son muchos los padres y ciudadanos en general que están preocupados por el ocio nocturno de los jóvenes, en concreto por las consecuencias negativas directas de estos consumos.

Educar a los jóvenes para sus ratos de diversión requiere un aprendizaje por parte de quienes aspiran a educarlos. Este aprendizaje exige en primer lugar un hondo conocimiento de las necesidades, anhelos e intereses del joven de nuestros días, es decir, saber qué le divierte y con quién quiere divertirse. En segundo lugar, pide un tiempo para el diálogo, un esfuerzo personal y una gran dosis de cariño y de amor a la libertad. De hecho, se trata de aprender a despertar intereses, ofrecer posibilidades, motivar actitudes, proporcionar información y ayudas de todo tipo, evitando a toda costa el dirigismo que se opone siempre a la libertad del ser humano.

Hay que superar el miedo a la libertad de los jóvenes, que a veces surge en los padres y educadores. Esto, por supuesto, no significa que en la educación de los chicos y las chicas los límites no deban existir. Está claro que a los hijos no se les puede dar más libertad de la que son capaces de manejar con sensatez. La cuestión crucial está en saber educar en la responsabilidad, marcando ─siempre que sea necesario─ unos límites e impidiendo con firmeza que los hijos los sobrepasen. Educar a los jóvenes en el ocio y tiempo libre no significa controlar y prohibir, sino formar cabezas y corazones, y esto lógicamente requiere dedicarles tiempo y atención.

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María Rosa Espot (Barcelona) es Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Doctora en Humanidades por la Universitat Internacional de Catalunya. Desde 1978 es profesora en el Colegio La Vall de Bellaterra (Barcelona). Es autora del libro La autoridad del profesor. Qué es la autoridad y cómo se adquiere (Praxis, 2006). Contacto: mrespot@la-vall.org

Jaime Nubiola (Barcelona, 1953) es Profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra, España. Entre sus libros se cuentan El taller de la filosofía, Pensar en libertad, Invitación a pensar y en colaboración con F. Zalamea, Peirce y el mundo hispánico. Es director de la revista Anuario Filosófico y director del Grupo de Estudios Peirceanos. Contacto: jnubiola@unav.es

1. Este artículo es un avance del libro sobre la diversión de los jóvenes que han escrito María Rosa Espot y Jaime Nubiola y que verá luz próximamente en Eunsa, Pamplona.